11 mar 2011

Cuento de las Ranas en la crema. Jorge Bucay. Enseñanza.

Una de las cualidades que se aprecian en un buen líder es su perseverancia, su voluntad, el creer que siempre se puede más, ello hace que sea un individuo que busque desafíos y que salte los obstáculos empleando el ingenio, encontrando los recursos necesarios estén o no a disposición.
Como decía Jorge Vigón en su libro Estampa de Capitanes, "ha de ser guía y conductor de una muchedumbre es, ante todo, necesaria una decidida voluntad; de dos especies puede ser la que le anime; o enérgica y fuerte, pero momentánea, o fuerte a la par que duradera; la primera necesita para ejercitarse que el que la posee se sienta, a su vez, conducido y excitado sin cesar, mientras que a los hombres de voluntad persistente su propia idea les sirve de guía; y , estando aquélla bien determinada, no se apaga la estrella que les marca el camino; esta clase de voluntad es cabalmente la que conviene al militar."
A continuación se presentará el cuento realizado por Jorge Bucay, "Las ranas en la crema", a la luz de la enseñanza, que en sentido figurado hace el autor, podremos concluir de cuál de las ranas protagonistas del cuento, es la que demostró poseer atributos de líder....
Y POR SOBRE TODAS LAS COSAS NOS DEJA UN MENSAJE FINAL, QUE SE PUEDE RESUMIR EN QUE BIEN VALE LA PENA LUCHAR, SIN RENDIRSE, SEGURO QUE SI PERMANECE LA "VOLUNTAD DE COMBATIR" LA ESPERANZA DE LA VICTORIA ESTARÁ PRESENTE...

A continuación el texto citado:
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de crema.
 Inmediatamente sintieron que se hundían; era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.

Una de ellas dijo en voz alta:—No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir, no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril. Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo:—¡No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. ¡Horas y horas!.Y de pronto... de tanto patalear y agitar, agitar y patalear... La crema, se transformó en manteca.

La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote. Desde allí, sólo le quedaba ir croando alegremente de regreso a casa.


2 comentarios:

  1. Gran cuento, grande Jorge Bucay que nos hace reflexionar y darnos cuenta de muchas cosas.

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  2. Gracias Nuria, por compartir con nosotros tu opinión. Atentos saludos.

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