El valor trascendental de una buena o mala palabra de aliento, y el producto de la misma en su motivación, además la enseñanza de que también muchas veces se pueden lograr los objetivos, dependiendo de nosotros mismos, acorde a la actitud que pongamos. Todos aquellos que comandamos hombres, o que lideramos equipos de una forma u otra, deberíamos tener presente el cuento que a continuación se comparte, y sacar como enseñanza que una palabra sincera, en el momento adecuado puede resultar muy positiva para aquel que desempeña una tarea o que vive una situación particularmente complicada. Este cuento también nos enseña que en ciertas oportunidades es mejor hacer oídos sordos a ciertos comentarios o puntos de vista negativos, para continuar cumpliendo cabalmente nuestros propósitos.
Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas.
Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió.
La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo.
Las otras le preguntaron:
“¿No escuchabas lo que te decíamos?"
La ranita les explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco.
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